A veces
no sé lo que quiero, otras no sé lo que siento. Mis lágrimas se derraman cual
río, desplomado en varios agujeros. Mi mente se hace una laguna que se dispensa
por todo el terreno, la necesidad de exhalar un respiro que me llene el alma de
abrigo. La notoria sensación de perdición me causa desconsuelo pues ya no sé
qué es lo que pido.
Tener
lo que una vez tuve, o seguir con mi camino, tras luchar con mil mares y
tormentas que traen polvo y poco sentido.
Callando
y con un cayado tropiezo mil veces en el mismo sitio, soñando con la respuesta
busco así mi destino. Trazando líneas de coral, dibujando con tinta de sal,
suspiro tras suspiro, y no encuentro mi camino.
La
llave que hoy busco y que ayer busqué se encuentra tallada de roble, de agua,
sal y miel. La tentación que hoy me invade, decidiendo qué hacer, el cielo que
hoy me cubre baña mi piel.
A veces
no sé lo que quiero, otras no sé lo que siento. Mis lágrimas se derraman cual
río, desplomado en varios agujeros. Mi mente se hace una laguna que se dispensa
por todo el terreno, la necesidad de exhalar un respiro que me llene el alma de
abrigo. La notoria sensación de perdición me causa desconsuelo pues ya no sé
qué es lo que pido.
Y así
recuerdo mi alma, trazada con tinta en un papel, recortada por tres punzones
que rajan el línea recta mi piel. Sentires desolados, trámites inesperados.
Olvidando lo que ayer fui y superando lo que hoy soy, buscando una esencia a la
vida sin criticar la sentencia pues enriquecida con mi sueño debe estar y a la
vez contenida.
Superando
los miedos, cubriendo lo que es mi rostro encajando la locura y a la vez
sintiendo un ruido tosco. Contraviento y marea, contra espinas y veneno,
consigo un mundo en mí lleno, dejando las lágrimas encendidas deslizándose por
mi firme mejilla.